La pastelería japonesa llega al museo: cuando un dulce se convierte en arte
La pastelería tradicional japonesa utiliza ingredientes como la harina de arroz, té verde, judías azuki, agar-agar o sésamo. Ingredientes típicos de los dulces occidentales como son la harina de trigo y el azúcar no llegaron a popularizarse en Japón hasta finales del siglo XIX. Ello debido al cierre de fronteras de Japón al comercio y turismo exterior de 1603 a 1868.
Si hay una gastronomía llamada a ser arte esa es la nipona, cuya estética fusiona siempre grandes dosis de armonía y sensibilidad. La esencia de la cultura e historia de Japón se encuentra dentro de los kyogashi, que en japonés significa exactamente eso: dulces de Kioto.
Kyogashi
La dulcería japonesa tradicional se concibe como un arte manual lleno de simbolismo en el que su elegante estética está ligada al costumbrismo y la sensibilidad del país, influenciados por la filosofía zen propia del budismo en la que juega un papel esencial la relación con la naturaleza.
Tipos principales de kyogashi:
- Namagashi: También llamados omogashi, son los dulces más frescos, más húmedos y con más volumen, que habitualmente incluyen anko o pasta dulce de judías azuki, y por tanto son más perecederos. Generalmente se sirven con té matcha más espeso, koicha. Los populares mochi pertenecen a este grupo.
- Higashi: A base de azúcar y harina, son pastelitos más duros y secos, menos delicados y con una conservación más larga, a veces con componentes crujientes y caramelo. Al tener una textura más sólida, algunos permiten ser moldeados directamente en moldes de madera, generalmente con diseños naturales de hojas, conchas o animales. Se sirven, por lo general, con usucha, un té matcha más fino.