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Qué es y cómo poner en práctica el “Design Thinking”

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Quizá en más de una ocasión has escuchado hablar de “Design Thinking”, pero tal vez no tienes muy claro aún qué es y en qué consiste realmente. No te preocupes en este artículo te lo explicáremos de una manera amena y sencilla.

Vivimos en un mundo cambiante, en el que cada día hay que buscar nuevas soluciones e innovar para seguir estando en la cima y destacar de tu competencia. Tus clientes son exigentes y tu empresa debe satisfacerles y estar a la altura de sus expectativas.

Con el fin de buscar soluciones innovadoras capaces de alcanzar estos objetivos, es necesario buscar y poner en práctica métodos eficaces. Uno de estos métodos es el “Design Thinking”.

Esta metodología es la más utilizada en el mundo del diseño del producto, de ahí su nombre, que se puede traducir como “pensamiento de diseño” y que no es otra cosa que la forma en la que piensa un diseñador para crear sus propuestas.

 

Aunque en un principio este método era utilizado exclusivamente por diseñadores, hoy día se ha introducido en muchos más campos. Sus fantásticos resultados hacen que sea un método ideal para el diseño y desarrollo de todo tipo de productos, servicios, ideas de negocio, ¡incluso para la mejora de procesos!

 

Historia del Design Thinking

 

La historia más conocida del Design Thinking tiene pocos años. Sin embargo, podríamos decir que los inicios de esta metodología tienen lugar antes de 1960. Y aparecen ya en cuestiones relativas al diseño industrial.

Durante los años sesenta en Estados Unidos se dan unos tímidos intentos de crear una ciencia en torno al diseño. También de empezar a vincularlo de un modo más profundo con las necesidades de las personas. El arquitecto e inventor Richard Buckminster Fuller fue uno de los más activos en esta iniciativa. Y empezó a crear metodologías con las que diseñar y evaluar soluciones a problemas. En Escandinavia, por su parte, empezaron a crearse grupos de diseño cooperativo.

 

Entre esta década y la de los ochenta, las nuevas concepciones y prácticas empiezan a cobrar fuerza. También aparecen nuevos nombres propios, como Herbert A. Simon, Victor Papanek o Horst Rittel. Términos como innovación, creatividad y multidisciplinareidad empiezan a utilizarse en torno al diseño. La idea de que este debe adaptarse a las necesidades de las personas y el entorno cobra cada vez más fuerza.

Pero es en los noventa cuando el Design Thinking se convierte definitivamente en lo que hoy conocemos. En 1991 nace IDEO, la consultora que revoluciona el mundo del diseño. Y convierte esta metodología en la más utilizada para generar innovación. Muy pronto pasaron por IDEO empresas de la talla de Apple, cuyo ratón fue diseñado desde los principios del Design Thinking.

 

El Design Thinking alcanza con IDEO el reconocimiento y la puesta en marcha como metodología para innovar de gran calado.

Ya en 2005, la Universidad de Standford incluye el Design Thinking entre su oferta de estudios. Tim Brown, actual CEO de IDEO empieza a dar allí las clases. Al tiempo que IDEO sigue creciendo. En 2009, se publica uno de los libros que se consideran hoy más importantes del Design Thinking: Change By Design, también de Tim Brown.

 

Etapas del Design Thinking

Ahora que ya sabes qué es Design Thinking, es el momento de saber cómo ponerlo en práctica. Para ello, nada mejor que conocer las etapas en las que se estructura este método.

  1. Empatizar. Lo primero que debes hacer es conocer a tus clientes en profundidad y ponerte en su lugar. Se trata de saber qué necesitan, qué quieren, qué les gusta, para poder ofrecerle luego una solución totalmente adaptada a ellos.
  2. Definir. El segundo paso será definir el problema y quedarnos solo con aquello que realmente nos va a ayudar a solucionarlo. Hay que filtrar toda la información que hemos ido recopilando para centrarnos en aquellos aspectos de interés para nuestro propósito.
  3. Idear. Es el momento clave, la hora de ponerse realmente a pensar. En este método no vale pensar soluciones prácticas o clásicas. Toda idea es bien recibida, por muy extravagante que parezca. De una idea puede surgir otra más interesante y encontrar una solución innovadora.
  4. Prototipar. Ya tienes la idea, la solución a tu problema. Es el momento de ponerlo en práctica. Una de las características de este paso es que se realiza un prototipo para ver qué tal funciona, si es útil, si cumple con los objetivos propuestos o no. En esta fase no se invierte mucho dinero ni tiempo. Hay que hacerlo rápido.
  5. Testear. Llega el momento de que el cliente lo pruebe, de ponerlo en el mercado y recibir el feedback de tu público objetivo. Las opiniones e ideas de tus clientes deben servir para mejorar el prototipo que has realizado. De esta forma tendrás una solución totalmente hecha a la medida de tus clientes.

Las flechas marcan el orden del proceso. Una vez completado y llegado a la validación o test, la flecha viene acompañada de una interrogación. El motivo es que, dependiendo del feedback que nos del usuario, decidiremos a qué punto del circuito debemos volver. A través de un proceso iterativo que nos acerque cada vez más hacia aquello que satisface sus necesidades y deseos.

Como comentábamos anteriormente, el proceso ha de pasar por todas las fases al menos en una ocasión. Sin embargo, podremos sentirnos libres de volver a una de ellas si consideramos que es importante hacerlo. Siempre y cuando eso no nos paralice o ralentice demasiado el proceso.

El Design Thinking es una potente herramienta en el diseño de productos y servicios. Por eso, puedes utilizarla como emprendedor para avanzar rápidamente en tu proyecto.

Fuente: http://gtechdesign.net/es/blog/que-es-y-como-poner-en-practica-el-design-thinking

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