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La función mágica de las palabras

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Aunque la relación entre significante y significado sea arbitraria, a veces los sonidos que conforman una palabra tienen una carga especial, puede ser mágica o también convertirse en un tabú.

Un mismo contenido se puede expresar de muchas formas distintas y, en cualquier caso, lo importante, a efectos comunicativos, será el significado o, para ser más exactos, la intención del hablante. Los sonidos concretos son meros transmisores, sin valor por sí mismos.

Pensemos, por ejemplo, en un espectáculo de magia. Efectivamente, el mago, para conseguir su propósito, necesita decir frases como Abracadabra, pata de cabra y cualquier variación de esta frase (que, por otra parte, ignoro si tiene un verdadero significado) sería desastrosa. Lo mismo podemos decir para los ladrones que querían recuperar su botín. Solo los sonidos concretos de a-bre-te-sé-sa-mo permitían abrir las puertas de la cueva. En estos casos, cuando la función de las palabras se vincula a la magia, el significante es el protagonista.

Este poder sobrenatural de las palabras ha trascendido en ocasiones el contexto ritual. Cuando éramos pequeños, todos los de mi generación conocían muy bien “la expresión mágica” que se debía decir antes de pedir algo a un adulto. Aún recuerdo a mi abuela preguntando ¿Cómo se pide? ¿se pide por…? Y es que en aquel tiempo pronunciar esos sonidos (por-fa-vor) abría la caja de las galletas o el monedero de nuestros mayores con la misma magia que el ábrete sésamo de la leyenda. En fin. Decía que esto pasaba hace unos años, porque me temo que este ejemplo ya no funciona del todo.

Fuente: https://www.letraslibres.com/espana-mexico/ciencia-y-tecnologia/la-funcion-magica-las-palabras

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