
Una bombilla incandescente, de las tradicionales, tiene un funcionamiento en realidad muy similar a una antorcha.
Se basa en el calentamiento de un metal, el tungsteno, a través de una corriente eléctrica. Esta corriente, que pasa
por ese delgado lamento provoca que el metal entre en incandescencia e irradie luz.
El principal problema que ofrecen estas lámparas, y la causa de su retirada en los países occidentales, reside en
su baja eciencia. La mayor parte de la electricidad suministrada a una de estas bombillas se disipa en forma
de calor. Hasta el 95% de la energía se pierde en forma de calor y sólo un pequeño porcentaje se destina en realidad
a aportar luz. Por eso, una vez encendidas, estas bombillas no pueden tocarse con las manos, queman más que la luz que aportan.
- Ampolla
- Filamento de tungsteno
- Soporte filamento
- Hilos conductores
- Casquillo
- Soporte de vidrio
- Gas de relleno